Érase una vez un domingo tristón de finales de enero... ¿Y cómo eliminar el gris? ¡Con el dorado de estos gofres de Lieja!
No sé si conocéis la diferencia entre los gofres de Lieja y los gofres de Bruselas. Estos últimos son rectangulares, más ligeros, y se sirven calientes con un acompañamiento de nata, chocolate, helado... Los de Lieja, en cambio, son más gorditos, con bordes irregulares y el toque inconfundible del azúcar perlado. Aunque puedes ponerles coberturas, lo normal es comerlos solos. Cuando estuvimos en Bélgica vimos que los vendían en bolsitas y los compramos para desayunar en el apartamento.
Los gofres de Lieja se hacen con levadura fresca de panadero, y es imprescindible ponerles el azúcar perlado: con el calor de la gofrera, se caramelizará y los trozos que queden en el interior le darán un delicioso toque crujiente.
Con estas cantidades yo he hecho diez gofres. Podemos congelar parte de ellos recién hechos, o las bolitas de masa, una vez levadas y añadidas las perlas de azúcar.
Para los gofres de Lieja: