Hoy os traigo el desayuno de moda, el pudding de chía. Después de tanto verlo, todos los días en instagram, me decidí a comprar las famosas semillas, y a probarlas.
Para quien no lo sepa aún, la chía es una semilla comestible, de la planta salvia hispánica, que se da sobre todo en el sur de Méjico. Para los mayas, "chia" significaba "fuerza", ya que les proporcionaba energía y aumentaba su resistencia. Se cree que sus mensajeros las utilizaban para mantener la energía durante las largas caminatas, y también eran consumidas como medicamento para el dolor articular, debido a las propiedades antiinflamatorias de los ácidos grasos omega 3. Tras la conquista española, se prohibieron porque también las utilizaban como ofrendas a sus dioses, y fueron reemplazadas por otros cultivos, como el maíz.
Las semillas de chía son muy ricas en proteínas, calcio, potasio, antioxidantes, hierro, ácidos grasos omega 3 y fibra soluble, ya que absorben unas 10 veces su peso en agua, formando un gel. Por ello, ayudan a regular los niveles de azúcar en sangre y producen sensación de saciedad durante horas. Además, no contienen gluten, por lo que son aptas para celiacos.
(¡Ojo, un efecto secundario es que pueden bajar la tensión arterial, así que si tomáis medicamentos para la hipertensión, o estáis a tratamiento con anticoagulantes, no se recomienda su consumo!)