Hace poco, hablando con unas amigas en una comida, surgió el tema de la "magdalena perfecta", las de toda la vida, doraditas, y cómo hacer que crecieran en el horno. A mí me encanta esta receta que me dieron hace años en el trabajo. Teníamos un médico andaluz que hacía unas magdalenas riquísimas con la receta de sus padres, que tenían una panadería, y así es como las preparaba.
Como la calidad de los papelitos- capacillos para magdalenas suele ser malísima, yo siempre los meto en un molde para muffins, o en flaneras de aluminio, para que con el peso de la masa, no se abran en el horno. Y si queréis que suban más aún, con el famoso copete que tenían aquellas de la marca La Bella Easo cuando era niña (¡y que mi madre nunca, nunca me dejaba comer, que para eso ya nos las hacía ella en casa!) podéis probar el truco del libro de Xabier Barriga: meter la masa de las magdalenas una hora en la nevera antes de rellenar los capacillos.
Para las magdalenas: