El mes pasado estuvimos pasando unos días de vacaciones en Cantabria. El tiempo no acompañó mucho (maldito invierno sin fin!) pero siempre nos divierte conocer sitios nuevos.
A la ida pasamos por la playa de Niembro, en Asturias, donde hay una bonita iglesia que, cuando sube la marea, parece rodeada por el mar. En esta ocasión, sin embargo, la marea estaba baja y se veía así:
El primer día de vacaciones prometía sol y calor, de hecho, la siguiente parada fue en San Vicente de la Barquera, en la entrada occidental a Cantabria, donde incluso pudimos hacer un picnic en la playa a la hora de comer.
Para hospedarnos esos días, escogimos Santillana del Mar. Hemos estado allí en varias ocasiones, y siempre nos gusta volver, nos encanta su aspecto medieval y sus calles empedradas. Al fondo, en esta foto, podéis ver la Colegiata de Santa Juliana:
En esta ocasión visitamos el Museo El Solar, en el centro de la villa, donde se exponen numerosos instrumentos de tortura utilizados en la época de la Inquisición. Es increíble la inventiva del ser humano cuando se trata de hacer daño a otros, de verdad que algunos helaban la sangre...
Como contrapunto a este "museo de los horrores", a la entrada de la villa se encuentra el Zoo de Santillana, que también merece la pena visitar.
A pocos kilómetros de Santillana del Mar se encuentra la playa de Santa Justa, con la ermita del mismo nombre "escondida" bajo el acantilado: Arriba, a la derecha, pueden verse los restos de una torre medieval:
Si os gustan las playas, cerca de Santillana también quedan las de Suances. Yo, como veis, las llevaba todas apuntadas por si el sol acompañaba... Esta foto es de la playa de Los Locos, que tiene fama de ser buena para el surf por su oleaje:
Como en viajes anteriores a Cantabria no habíamos parado en Santander, en esta ocasión sí que lo visitamos. Nos gustó mucho el paseo de la playa del sardinero y la península de la Magdalena, con su palacio, su minizoo con pingüinos y sus vistas. Con razón fue tantos años residencia veraniega de reyes...
Para finalizar el viaje, no quisimos perdernos la visita a la cueva de El Soplao. Su nombre alude al soplo de aire que se percibe al juntarse una galería minera con otra natural. Nosotros hicimos la visita turística de una hora y nos gustó tanto, que ya estamos planeando volver para hacer la "visita aventura", una ruta de dos horas y media por zonas menos accesibles.
No está permitido hacer fotos dentro de la cueva, pero podéis ver una muestra en su
página. Su colección de estalactitas, estalagmitas, coladas, excéntricas...es realmente alucinante, como un palacio subterráneo!!
Tras la visita, nos encaminamos a Potes, capital de la comarca del Liébana, a donde llegamos tras atravesar el desfiladero de La Hermida, una carretera estrecha con un paisaje realmente precioso. Por desgracia, una vez allí se puso a llover, por lo que dejamos para otra ocasión la subida en teleférico a Fuente Dé, pero repusimos fuerzas con un espectacular cocido lebaniego en Casa Cayo, buen final para nuestra escapada cántabra. :)
En resumen, playa no tuvimos, pero paseamos, comimos y bebimos mucho (bendita gastronomía española!!!) y volvimos a casa desestresados, que era el objetivo de estas minivacaciones, y que conseguíamos cada mañana ya sólo con levantarnos, asomarnos al balcón y ver paisajes como este: